miércoles, 9 de junio de 2010

Ejercicio: Lectura comprensiva y construcción de tesis

Estimados alumnos,

Las instrucciones:
1.- Leen el ejemplo acerca del SIMCE y reconocen en él tesis, bases, garantías, respaldos.
2.- Luego, proponen una solución (tesis) para mejorar la educación en Chile, con tres bases, un respaldo y una garantía. Por ejemplo, pueden considerar una de las siguientes soluciones:

a) Aumentar más las horas de clases.
b) Mejorar las condiciones laborales de profesores y asistentes de educación.
c) Mejorar las condiciones en la sala de clases.
d) Proponer otras actividades complementarias y deportivas a los estudiantes.

3.- El trabajo debes redactarlo en un archivo word y enviarlo al siguiente mail: victor.ruiz2010@ensenachile.cl

EJEMPLO: SIMCE, ¿SEGUIREMOS BUSCANDO CULPABLES?

Los resultados de la Prueba SIMCE 2009 no debiesen sorprender a nadie, pues sólo vienen a reafirmar una realidad que muchos hemos venido planteando y estudiando desde hace años: nuestro sistema educacional es altamente discriminatorio y registra impresentables diferencias entre la enseñanza pública y privada.

Este indiscutible fenómeno -que como los resultados indican comienza a gestarse desde la educación inicial de nuestros niños- deja en evidencia la enorme segmentación de nuestro sistema educativo.

Sin embargo, esto no puede tener como consecuencia la continua estigmatización de estudiantes, profesores y escuelas cuando éstas no llegan a resultados que la sociedad pudiera estimar como satisfactorios. Del mismo modo, el uso de esta información no debiera plantearse como un simple asunto de medio para el ajuste entre la oferta y la demanda, sino que debiera ser analizada desde perspectivas éticas y pedagógicas de mayor profundidad y alcance a la hora de pensar las políticas educacionales.

Entonces, ¿cómo se mejora la calidad de la educación?

En primer lugar, contribuyendo a un diálogo social informado, donde la calidad sea comprendida como un conjunto de atributos que integran formación y aprendizaje; vale decir, donde tan importante como el dominio de la cultura codificada en algunas asignaturas escolares, se entienda que también es importante la contribución de la escuela a la formación de ciudadanos capaces de actuar proactivamente en la transformación de los contextos sociales y políticos que están a la base de la desigualdad. Ello no se logra dominado, solamente, algunas materias escolares, sino también logrando una adecuada formación valórica, política, estética, emocional y corporal, esto es, concibiendo a nuestros niños/as y jóvenes como seres humanos integrales. Esto ha sido reclamado desde el profesorado, los padres de familia y los mismos estudiantes en innumerables oportunidades, para esto recuperemos en nuestra memoria el fondo de las reivindicaciones pingüinas del año 2006. Otra cosa es que no se les haya querido escuchar.

Se requiere tiempo, buena asesoría y menos presión por resultados de corto plazo; sobre todo si estos últimos son entendidos como rendimiento en pruebas que miden limitadamente la calidad de algunos aprendizajes.

En segundo lugar, elaborando estrategias que eviten la segmentación propia a un sistema de competencia por matrícula, dónde el marketing escolar se estructura fuertemente en función de la demostración de resultados en pruebas estandarizadas del tipo SIMCE. Ello implica más bien fortalecer las capacidades propias de cada establecimiento, tanto en el plano de la gestión institucional como de sus procesos curriculares y pedagógicos.

Esto, que de algún modo se ha intentado en los últimos años, requiere de esfuerzos sostenidos en el largo plazo para que el profesorado y los directivos competentes logren efectivamente avanzar en una articulación compleja de sus quehaceres profesionales. Si hay algo que conspira contra este tipo de trabajo, es el desarrollo de controles externos implementados mecánicamente. La rendición de cuentas y la estandarización de los procesos pedagógicos no hace más que desviar energías y recursos de lo sustantivo de toda escuela, esto es: lograr ofertar una formación contextualizada y sintonizada a las necesidades de la comunidad en que se inscribe su labor. Para ello se requiere tiempo, buena asesoría y menos presión por resultados de corto plazo; sobre todo si estos últimos son entendidos como rendimiento en pruebas que miden limitadamente la calidad de algunos aprendizajes y obvia por completo el proceso formativo de seres humanos en la escuela.

No tengo claro si los tiempos que corren y las señales del actual gobierno van en la dirección planteada, pero tengo la convicción de que son aspectos importantes para tener una mejor perspectiva respectos de nuestras neuróticas reacciones como sociedad frente a este tipo de noticias “alarmantes”. Puede que nuestra manera de preocuparnos sea parte del problema.

EJEMPLO: "Es hora de ponerle el cascabel al gato"

La educación se ha transformado en uno de los grandes temas de estos primeros meses de gobierno. A partir del terremoto que destruyó una gran cantidad de colegios, se le impuso un desafío enorme al Ministerio de Educación: lograr que todos los niños de Chile iniciaran su año escolar en un plazo de 45 días. Luego vino el rechazo en el Congreso del proyecto que materializaba el acuerdo logrado por todos los sectores durante el gobierno de la Presidenta Bachelet. Seguimos con las denuncias de persecución política en el Ministerio y, por último, los resultados del Simce, que muestran un estancamiento en la última década.

La crisis de nuestra educación no admite que sigamos mirando hacia el lado. En el mundo de hoy, la competencia es global y el capital humano es lo que hará la diferencia entre países ricos y pobres. Algunas cosas están ya claras: nuestros niños no adquieren conocimientos ni desarrollan competencias a un nivel aceptable si nos comparamos con países con niveles de desarrollo equivalente.

Los expertos han establecido el diagnóstico. Una parte importante del problema está en los profesores. Además, la educación pública ha venido cayendo dramáticamente en los últimos años; la subvención es baja; la gestión es rígida; la calidad de la formación de los profesores es deficiente, a pesar de que se incorporó educación a las carreras de acreditación obligatoria. El punto es que los especialistas coinciden en el diagnóstico, así como en muchos de los cambios que hay que hacer, pero la discusión está colonizada por intereses políticos, partidistas y corporativos.

Si estamos todos de acuerdo en que la educación está mal y que es un problema grave, cuesta entender el rechazo en el Congreso, por parte de la Concertación, del proyecto sobre calidad de la educación: es simplemente impresentable. No hubo propuestas serias como alternativas, ni nadie se hizo cargo de la razón por la que se desechó lo que el año pasado era un acuerdo transversal.

Otro tema igualmente impresentable es el tono de los reclamos por los despidos en el Ministerio. A nadie, y menos a este Gobierno, le interesa dejar sin sustento a las familias que han perdido sus trabajos, pero es iluso creer que el problema de la Educación no requiere una revisión completa a la institucionalidad del Mineduc. Cuando la calidad de un servicio vital como la educación está en el nivel en el que se encuentra, es esperable que haya que hacer modificaciones profundas, sobre todo en los organismos públicos que la tienen a su cargo.

El punto es que la reforma a la educación tiene que ser mayor y que la tendencia muestra que lo que se ha hecho en los últimos veinte años no ha resultado. Como se ha dicho, sólo un tonto puede creer que se pueden obtener resultados distintos si seguimos haciendo lo mismo. No se trata de una privatización de la educación, como se ha mencionado. El Presidente Piñera y el ministro Lavín han sido claros en su objetivo: mejorar la calidad, sin discriminar entre colegios públicos o privados. Por otra parte, el desafío de mejorar la carrera docente y asociar las remuneraciones a su desempeño es otra tarea pendiente. Si seguimos, encontraremos muchas más.

Lo que sí está claro es que todos estos desafíos requieren coraje y altura de miras. No se refiere a ganar o perder pequeñas batallas políticas ni a usar la educación como moneda de cambio. Si realmente estamos dispuestos a hacer un compromiso a largo plazo por terminar con la pobreza, romper la desigualdad y construir un país con igualdad de oportunidades, entonces tenemos que ser capaces de poner esas prioridades en primer lugar.

Estos cambios se requieren en conjunto. Es una falacia suponer que el problema se arregla sólo aumentando los recursos o que se pueden obtener resultados sin que nadie pague algún costo. El discurso corporativo y político contrario a los cambios es de una irresponsabilidad increíble con los niños y con el país. No tengo dudas de que el Gobierno tendrá una gran retribución de los padres y de los jóvenes si enfrenta esto con decisión y obtiene los resultados que se necesitan. Es hora de que por fin le pongamos el cascabel al gato en esta materia y que todos los sectores políticos trabajen unidos para lograr lo que tanto Chile y sus niños necesitan.

Cristina Bitar

10 CLAVES PARA UN BUEN DISCURSO ARGUMENTATIVO

1. Determinar claramente cuál es la tesis del discurso.

2. Definir el receptor a quien va dirigido el discurso.

3. Cualquier afirmación ha de estar sustentada por una serie de argumentos, por lo que habrá que buscar todos los argumentos posibles a favor de la tesis.

4. Tener en consideración las opiniones, creencias y valores del destinatario para elegir aquellos argumentos que mejor puedan convencerle y desestimar los restantes.

5. Deben preverse las posibles objeciones del adversario a dichos argumentos.

6. Una buena introducción contribuye a captar la aprobación del auditorio.

7. El orden de los argumentos es un factor esencial. En beneficio del mismo, se evitarán las divagaciones, que podrían entorpecer la comprensión. Los argumentos más sólidos se deben incluir al final.

8. La conclusión debe tener fuerza e interés para ganar la complacencia del auditorio.

9. Emplear la lengua de forma adecuada, concisa y clara, sin renunciar a la ayuda que pueden proporcionar los recursos literarios.

10. Si la exposición es oral, conviene memorizar de modo general el texto para producir una buena impresión de seguridad en los oyentes.

Argumentación y debate

Comunicar implica compartir ideas y muchas veces lo que pensamos es materia de discusión. Saber cómo argumentar y cómo presentar nuestro punto de vista nos hace personas dueñas del lenguaje, y no esclavas. Porque las palabras pueden ser la llave que enciende el motor de los verdaderos cambios.